Fue todo muy precipitado…conozco al novio desde hace algún tiempo, somos compañeros de trabajo, y aun siendo una relación jefe-colaboradora, sin haber sido continua en el tiempo, nos une un carińo que ha perdurado en el tiempo y por eso se que es una persona muy clásica y cuando pude hablar con la novia, así me lo confirmó: ambos eran muy clásicos. Y eso me encantó.
Respeto las bodas modernas, incluso me gusta que se innove en elllas, pero cada vez hay menos bodas "como las de siempre", y esta era una de ellas. La novia llevaba un vestido precioso de Rosa Clará, muy de novia, y como anécdota contaros que cuando mi hija lo vió me dijo: ¡que vestido mas bonito! Es de novia, novia.
De las varias opciones que les dí, escogieron una composición muy acorde con el entorno, fondo color crema y dibujos de damasco y granadas en oro y plata mates.
En un principio la mesa dulce se iba a realizar en el salón de baile, pero como en todas las bodas surgen imprevistos, tuve que improvisar y la presenté en dos mesas redondas que había en la entrada del salón, por lo que quedaban en el paso desde la barra al baile. En una puse todas las gominolas y en otra, mas pensada para los adultos, los frutos secos y chocalates. Y el resultado quedó muy original, ya que los niños se iban a una mesa y los "no tan niños" a la otra.
Y éste es el resultado.
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